Apareció una moza.
Estaba yo descansando.
Después de un duro trabajo.
Había estado segando.
Se acercaba lentamente,
me quedé embelesado.
Era la moza más guapa,
que podía haber soñado.
Cubierta con una túnica,
con telas transparentes.
Pensé que era de Marte,
o que venía de Oriente.
Con pechos generosos,
caderas abundantes,
Era una moza maciza,
de las que gustaban antes.
Tiró su túnica al suelo,
se quedó en pelotas,
Hice una cama con hierbas,
me iba a poner las botas.
Después de un duro trabajo,
lo tenía merecido.
Al decir estoy dispuesto.
Había desaparecido.
Mirando a todos lados,
Estaba desconcertado,
más solito que la una,
sin tener nadie a mí lado.
Seguí dando vueltas,
como burro en una noria,
por más vueltas que di,
no pillé la zanahoria.
El sol del atardecer,
reflejaba mi figura,
llevé mi mano a la frente,
estaba con calentura.
La bota de vino vacía,
sin haber merendado,
Había empinado el codo,
ese era el resultado.
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