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Era una guapa moza,
solo tenía un pero,
que retenía mal los gases,
a veces soltaba el pedo.
Los mozos del pueblo,
no la sacan a bailar,
si la aprietan un poco,
se le podían escapar.
En las fiestas del pueblo,
se presentó un forastero,
sacó a la mozo a bailar,
el no sabia lo del pedo.
Ella lo acepta encantada,
encima se va arrimando,
como la tía está buena,
el mozo la está apretando.
Para complicarlo más,
tiene la tripa algo hinchada,
el día anterior a la fiesta,
había comido fabada.
Bailan en una orilla,
Para complicarlo más,
tiene la tripa algo hinchada,
el día anterior a la fiesta,
había comido fabada.
Bailan en una orilla,
ella disimulando,
va tirando pedos suaves,
que no se vayan notando.
El mozo se pone a cien,
empiezan los apretones,
se le escapa un cuesco,
con un montón de protones.
Así empezó este romance,
del todo inesperado,
el chico no tiene olfato,
por eso ni se ha enterado.
Se casan y son felices,
sus defectos no cuentan,
se pueden compaginar,
los dos se complementan.
