Saliendo de misa escuche,
este cura es un portento,
no entendemos lo que dice,
pero siempre anda contento.
Me limité a preguntar,
sobre ese comentario,
si era solo los domingos,
o también era a diario.
Hay que reconocer,
lo que hace el pobre cura,
lleva catorce parroquias,
eso es una locura.
Al tener que beber vino,
cada vez que dice misa,
tiene que andar muy alegre,
para darse mucha prisa.
Con una edad avanzada,
sin tener un suplente,
utiliza un buen vino,
como reconstituyente.
Los recorridos que hace,
los tiene memorizados,
puede conducir por ellos,
hasta con ojos cerrados.
Aunque no hable fluido,
la gente se lo perdona,
le echan la culpa al micro,
sera porque no funciona.
Entré un día en la sacristía,
de los que no dice misa,
había cuatro botellas
encima de una repisa.
Semi dulce de Oporto,
una pura tentación,
si yo bebiera ese vino,
me atrevo con el sermón.
Esto no es pura ficción,
ni me lo estoy inventando,
fue en el pueblo la mujer,
que estaba veraneando.
