Eran tiempos sin juguetes
Teníamos qué inventar.
Cosas extrañas y raras
Con las que poder jugar.
Al juntarnos varios chicos
Íbamos a una cuesta.
Situados sobre una raya
Hacíamos una apuesta.
La apuesta se trataba
en soltar una meada.
Quedaba, campeón,
el que más lejos llegaba.
Uno se ató la cola
esta se le puso tiesa.
Pensó retener agua
como si fuera una presa.
Mala fue la idea
la ató con hilo fino.
Pronto dejó de ser cola
se le hinchó como un pepino.
En la línea de salida
la quería desatar.
La tenía tan hinchada
que no podía mear.
Le acompañamos a casa.
Entre bromas y cantando.
Él con el pito en la mano
todo el camino llorando.
Cuando la madre la vio
busco rápidas tijeras,
Se lo llevó a un rincón
para que nadie lo viera.
Al poder cortar el hilo
salió toda la meada
La madre desprevenida
se quedó toda empapada.
Después de esta experiencia
aprendimos un poquito.
Siguieron las competiciones
pero nadie se ató el pito…
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