Quince hijos parió la mujer
de padres desconocidos,
al final uno picó,
se convirtió en su marido.
Maduritos los dos,
trabajaron con ahínco,
trabajaron con ahínco,
no desperdiciaron tiempo,
fabricaron otros cinco.
Tiempos de maría castaña,
no había protección,
no necesitaban cama,
y se hacían sin colchón.
Ni que fuera de noche,
para iniciar la obra,
se podía hacer de día,
había campo de sobra.
De esto nadie se libra,
¡Se figuran que paso!
que llegaron a viejos,
y un día el la palmó.
Ella no sabía estar sola,
sus polluelos han volado,
al mes siguiente se muere,
y la entierran a su lado.
En el entierro cotillean,
cometió muchos pecados,
aquí yacerán juntos,
en el cielo separados.
El cura le da el adiós,
con unas frases muy tiernas,
te perdono tus pecados,
al fin se juntan tus piernas.