Años sesenta, Mallorca.
Un amigo me rogó,
que le echara una mano,
tenia una chica de sobra,
y solo tenía dos manos.
Rápido dije si,
no lo pensé un segundo,
dicen que así se las ponían,
a un tal Felipe Segundo.
Llegan las presentaciones,
yo me quedo asombrado,
la chica tiene tanta carne,
que mi peso está doblado.
Me la llevo a bailar,
cuando la voy abrazar,
sus tetas dan en mi boca,
no la puedo abarcar.
Nos vamos a pasear,
yo iba acomplejado,
ella una buena jaca,
yo un pigmeo a su lado.
Trato de darle un beso,
tengo que dar saltitos,
lo más que consigo,
es darle unos piquitos.
Descarté llevarla al catre,
lo que pensé primero,
no llegaré a la cima,
yo no soy un montañero.
Una conquista tan fácil
no la pude aprovechar,
al sentirme tan pequeño,
lo tuve que descartar.
A veces tanta abundancia,
no da muy buen resultado,
con la mitad de mujer,
me habría conformado.
,
que le echara una mano,
tenia una chica de sobra,
y solo tenía dos manos.
Rápido dije si,
no lo pensé un segundo,
dicen que así se las ponían,
a un tal Felipe Segundo.
Llegan las presentaciones,
yo me quedo asombrado,
la chica tiene tanta carne,
que mi peso está doblado.
Me la llevo a bailar,
cuando la voy abrazar,
sus tetas dan en mi boca,
no la puedo abarcar.
Nos vamos a pasear,
yo iba acomplejado,
ella una buena jaca,
yo un pigmeo a su lado.
Trato de darle un beso,
tengo que dar saltitos,
lo más que consigo,
es darle unos piquitos.
Descarté llevarla al catre,
lo que pensé primero,
no llegaré a la cima,
yo no soy un montañero.
Una conquista tan fácil
no la pude aprovechar,
al sentirme tan pequeño,
lo tuve que descartar.
A veces tanta abundancia,
no da muy buen resultado,
con la mitad de mujer,
me habría conformado.
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