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miércoles, 10 de abril de 2019

EL ABUELO.

El abuelo cumple cien,
no pasa todos los días,
son fechas muy especiales,
con familias reunidas.

Adoran al centenario,
es duro como los robles,
lo quieren ver muy derecho,
no permiten que se doble.

Se tuerce hacia un lado,
todos quieren ayudarle,
solícitos a su lado,
tratando de enderezarle.

-No te tomes ese vino,
no sabes de qué está hecho,
te traemos un rioja,
que te mantendrá derecho.

Con jamón de pata negra,
y en su justa medida,
te pondrá más contento,
 te alargará la vida.

Le colman de atenciones,
de besos y de regalos,
pero el pobre está pasando,
por unos momentos malos

Tantas atenciones,
no las puede soportar,
y le pide por favor,
que le dejen ladear.

Todos sois unos cielos,
pero si no me ladeo,
el culo no se me abre,
 no puedo soltar el pedo.





RICA CON HAMBRE.

Era hija de los jefes,,
de las que tenían orgullo,
Pasaba mucha hambre,
necesitaba un capullo.


Ser rica en esos tiempos,
era un inconveniente,
recibía pocas ofertas, 
 andaba super caliente.

Eso era muy malo,
para un pobre empleado,
que sabía poco de la vida,
y estaba como atontado.

Se restregaba sobre el,
pero nada de saca y mete,
el tenía que callar.
para ella era un juguete.

Tu haces lo que yo mande,
y no admito tus quejas,
si dices algo a mis padres,
te mando a cuidar ovejas.

Presumiendo de criado,
de ese pobre infeliz.
Sin apoyo de los padres,
siendo siempre un aprendiz.

Sin nadie a quien acudir, 
 explotado con creces,
poco que agradecer,
a la hija, ni a los jefes.

Ahora sería denunciable,
entonces  no era delito,
aunque ella le pegara,
o le arrastrara del pito.

Sigue habiendo abusos,
de los seres superiores,
menos que en otros tiempos,
al trabajar los menores.














Nº 40 COMIDAS VARIADAS.

Poder comer varias cosas,
ahora es un problema,
cuando me crié yo,
toda comida era buena.

La berza era la estrella,
de esa comida variada,
servía como verdura,
como carne y ensalada.

Repollo con pimentón,
para chuparse los dedos,
se hinchaba la tripa,
 tirabas buenos pedos.

Comía brotes de espino,
y las moras que ellos dan,
si estaban un poco verdes,
me las comía con pan.

La hora de la merienda,
no estaba establecida,
trincaba lo que pillaba,
a la hora que podía,

Yo tuve la mejor dieta,
 y no conseguía engordar,
siempre faltaba comida,
a la hora de zampar.

Comíamos de la cazuela,
 con la pitanza justa,
no existía esa palabra,
decir esto no me gusta.

Estaba suplicando,
que llegara un día de fiesta,
ver si mataban un gallo,
y me tocaba la cresta.

Podía señalar fácil,
esos días especiales,
 más o menos cinco al año,
los demás todos iguales.
















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