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miércoles, 20 de marzo de 2019

DIÁLOGOS CON EL PENE.



Esto le ocurre a un abuelo,
a la hora de despertar.
Ver que se encuentra solo
sin tener con quien hablar.

Se dirige hacía aquel,
que antes estaba despierto.
Ahora cuando lo mira,
lo encuentra medio muerto.

Le toca con delicadeza,
pero el ya no le responde.
Cuantas más caricias le hace,
se arruga y más se esconde.

¿Qué te pasa compañero?
Que no quieres despertar.
¡Coño! Espabila un poco,
al menos para mear.

Antes al levantarme,
te bañaba en agua fría,
Ahora no te despiertas,
ni al ver desnuda a una tía.

Una verdadera pena,
todo se pone viejo,
Con la potencia perdida.
Solo le queda el pellejo.

La mente ya no responde,
 los miembros enfadados.
Cada uno va a su bola,
no están comunicados.

Dicen que la vejez,
es época para disfrutar.
Sería si la escopeta,
se pudiera recargar.
















LA CASTAÑERA.




Sale la castañera,
a su esquina asignada.
Preparando para su venta,
la rica castaña asada.

Desea que sea un día frío,
de esos días siberianos.
Le comprarán la castaña,
para calentar las manos.

La castaña debe estar,
con su raja en condiciones.
Si no es perfecta la raja,
se producen explosiones.

 Es una mujer madura,
pero se da mucha maña.
Para llamar a los hombres,
y venderle la castaña.

Para la mujer templada,
para el hombre bien caliente.
En materia de castaña,
el hombre es más exigente.

La mujer pegará un grito,
si en ella encontró un gusano.
El hombre le importa menos,
él lo agarra con la mano.

Todos están de acuerdo,
en eso son exigentes,
que se pele la castaña,
y que siempre esté caliente

Es un oficio a extinguir,
una cosa que no extraña.
¡Qué pobre la castañera!,
si no compran su castaña.


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