La buena de la tía María,
era una vecina mía,
me enseñó los chorizos,
que en una orza tenia.
Metidos en manteca
para mantenerlos tiernos,
para la siega del verano,
no los tocaba en invierno.
Casada con el tío Juan,
ellos no tenían hijos,
se permitían el lujo,
de guardarse los chorizos.
Yo soñaba con ellos,
no dejaba de pensar,
que metodo podria usar,
para poderlos trincar.
Estudie sobre el terreno,
muy temprano una mañana,
descubri que podia entrar,
por una vieja ventana.
Fui comiendo los chorizos,
y los fui reemplazando,
meti nabos en el fondo,
que no se fuera notando.
Termine los chorizos,
estaban ricos y bravos,
que por arte de magia,
se convirtieron en nabos.
Dijo el cura en un sermón,
nunca se debe pecar,
que afecta a la matanza,
y se puede estropear.
Se ve que la tía Maria,
tenía varios pecados,
no extrañó que sus chorizos,
se transformaran en nabos.
