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miércoles, 27 de junio de 2018

Nº 9 CASTIGO EN LA ERMITA.

Unos diez años tenía yo,
al tener esta aventura,
entre en una ermita,
sin pedir permiso al cura.

La presidia un cristo,
viejo y crucificado,
la gente le ofrecía dinero,
el perdonaba el pecado.

Poco pecaba esa gente,
era pobre muy sencilla,
no tenía ni un billete,
solo daba calderilla.

Sobre cinco pts,
para mi era mucha guita,
el  cristo no las gastaba,
no salia de  la ermita.

Entre por un ventanuco,
 me toco de sufrir,
recogí la calderilla,
después no pude salir.

El cristo  me castigo,
allí me quede encerrado,
no salia por donde entre,
y era muy alto el tejado.

Al rato paso un amigo,
  le llamé con presteza,
me ayudo a salir,
tirando de mi cabeza.

Liberado del castigo,
salté feliz  y contento,
me libre de un castigo,
si el cura me pilla dentro.

Compré, un año caramelos,
le ofrecí uno al cristo,
para que me perdonara,
la próxima ser más listo.

Recuerdo aquel aviso,
si el no me ha olvidado,
le llevare caramelos,
pecado solucionado.

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