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jueves, 19 de abril de 2018

AMOR. BURRERO.

A veces surgen amores,
de una manera absurda,
es el que siente este hombre,
tiene pasión por su burra.

Era su ojo derecho,
se hacía de querer,
el hombre la había criado,
su madre murió al nacer.

Ella le correspondía,
 en la cuadra rebuznaba,
se restregaba con el,
pedía que la rascara.

Fue su medio de transporte,
siempre callada y sumisa,
se ponía de rodillas,
cuando el asistía a misa.

La mujer sentía celos,
de ese amor incomprendido,
que a veces llego a decir,
¡¡Vaya mierda de marido!!

Se fueron distanciando,
hasta llegar a enviudar,
solo le queda la burra,
en quien poderse apoyar.

Llego ese fatídico día,
que a todos nos va a llegar,
la burra estiró la pata,
sin poderlo remediar.

El hombre se encontró solo,
sin nada que compartir,
esperando la muerte,
ya no quería vivir.

Se apagó lentamente,
como una vela encendida,
pidió que le enterraran,
junto al amor de su vida.
FIN





EL COLECCIONISTA.

Tenía una obsesión,
una colección de finos,
le dio por reunir,
 botellas de esos  vinos.

Ni comía ni bebía,
la mujer le regañaba,
¡No se para que las guardas!
Si tu nunca bebés nada.

Cuando uno  no bebe,
ya se sabe lo que pasa,
el hombre se quedo tieso,
se murió como una pasa.

La mujer se quedó sola,
sin tener nada que hacer,
rodeada de botellas,
eso le dio por beber.

Noche y día andaba pedo,
 sin poderlas terminar,
solicita, pidió ayuda,
al borracho del lugar.

Visitan al difunto,
sobre su tumba bailando,
se trincan barias botellas,
se terminan mareando.

En una noche de invierno,
a menos de veinte grados,
se duermen sobre la tumba
mueren allí congelados.

EPITAFIO
Aquí yacen tres personas,
¡Las causas porque murieron!
Uno fue por no beber,
los otros porque bebieron.




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