ni la ayudes, ni la hables,
Ni tampoco a sus hijos
que son igual que los padres.
Eso ocurría en mi aldea,
sin saber por qué pasaba,
Jamás hablé a una chica,
y ella a mí me gustaba.
Encontré su lazo suyo,
lo pensé un montón,
Se lo devolví a esa chica,
ella me llamó ladrón.
Tan grave acusación,
no la pude tolerar,
Esperé encontrarla sola,
para poderla zurrar.
Un día lo conseguí,
ella terminó llorando,
Pidió perdón entre lágrimas,
y termine perdonando.
Empezó nuestra amistad,
jugando a pelearnos,
Ella se dejaba ganar,
y terminamos besándonos.
Emigre joven del pueblo,
había necesidades,
Se acabaron las peleas,
odios, amor y amistades.
Ahora que somos abuelos,
yo la reté a una pelea,
No la quiso aceptar,
dice que está vieja y fea.
Ganarías como antes,
yo terminaría debajo,
Mi marido y tu mujer,
nos mandarían al carajo.
Mi marido y tu mujer,
nos mandarían al carajo.