no servía habitaciones.
Una vez que me tocó,
lleve un susto de cojones.
Fallan las camareras,
tengo que hacer el servicio.
No me puedo negar,
son las cosas de ese oficio.
Me cargo con la bandeja,
habitación ciento uno.
Allí hay dos turistas,
pidieron el desayuno,
La puerta no está cerrada,
entro con precaución.
Veo una rubia desnuda,
en medio la habitación.
Me quedé como una estatua,
nada se me ocurre.
Se sale mi corazón,
la bandeja se me escurre.
Todo se va al suelo,
armando gran alboroto.
Pasada mi sorpresa,
me marcho como una moto.
Lo comunico a mí, jefe,
se ríe de mí, ignorancia.
Eso pasa todos los días,
nadie le da importancia.
Se enteran las compañeras,
me tomaron mucho el pelo.
Te asustaste de un conejo,
«estaba pelado o con pelo»
Cuando pasé a veterano,
servía esos desayunos.
A ver si veía más conejos,
y podía pillar alguno.