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miércoles, 11 de julio de 2018

Nº 46 DEMASIADA MUJER.

Años sesenta, Mallorca.

Un amigo me rogó,
que le echara una mano,
tenia una chica de sobra,
y solo tenía dos manos.

Rápido dije si,
no lo pensé un segundo,
dicen que así se las ponían,
a un tal Felipe Segundo.

Llegan las presentaciones,
yo me quedo asombrado,
la chica tiene tanta carne,
que mi peso está doblado.

Me la llevo a bailar,
cuando la voy abrazar,
sus tetas dan en mi boca,
 no la puedo abarcar.

Nos vamos a pasear,
yo iba acomplejado,
ella una buena jaca,
yo un pigmeo a su lado.

Trato de darle un beso,
 tengo que dar saltitos,
 lo más que consigo,
es darle unos piquitos.

Descarté llevarla al catre,
lo que pensé primero,
no llegaré a la cima,
yo no soy un montañero.

Una conquista tan fácil
no la pude aprovechar,
al sentirme tan pequeño,
lo tuve que descartar.

A veces tanta abundancia,
no da muy buen resultado,
con la mitad de mujer,
me habría conformado.


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