Con dos años de taxista,
eso era un confesionario.
Escuchando historias,
que contaban a diario.
Si el trayecto era largo,
contaban casi su vida,
Presumían de mujer
Presumían de querida.
La mujer también casca,
más si no está satisfecha.
Que su marido es un cardo,
que ni una da a derechas.
La política no falta,
es el plato preferido.
Lo que tocaba es callar,
o cambiarse de partido.
Coges la que va a misa,
que habla de religión.
Mientras que otro maldice,
la mala circulación.
Sube una en minifalda,
y se pone a llorar.
Dice me dejo el novio,
la tratas de consolar.
A otro le dejo la novia,
y que trata de olvidar.
Por eso se va de pilongas,
que le puedan consolar.
Seres tan diferentes,
que dan tanta información.
Para que dejen propina.
A todos das la razón.
Hay miles de historias,
que merecen ser contadas.
Unas tristes, otras alegres,
muchas simples chorradas.
Un oficio que recuerdo,
da mucho para escribir.
No fue el que más me gustó,
no soy fan de conducir.
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