regresan a su memoria.
Las calamidades pasadas,
para él echarse novia.
Está frente a un banco,
una pareja besándose.
A la derecha izquierda,
otras dos acariciándose.
En su juventud no ocurría,
todo estaba prohibido.
Solo se podía hacer,
en un lugar escondido.
Viene un punki a su banco.
Con su cresta de colores.
Se nota la primavera,
empiezan a salir flores.
Se sienta a su lado,
se la queda mirando.
Como un gallo de pelea,
que le esté desafiando.
Se pone y hace un canuto,
le ofrece una calada.
La rechaza firmemente,
fumar no le gusta nada.
¿Tronco que soso eres?,
¿en tu juventud pasada?
¿No tuviste una aventura?,
¿Ni una sola guarrada?
Sí que tuve aventuras,
y algunas de locura.
Me tiré todo un convento,
le di por detrás a un cura.
No fumábamos canutos,
entonces lo que ocurría.
Buscábamos un agujero,
a todo lo que se movía.
Hasta me tiré a una lora.
Ahora que en ti me fijo.
Fruto de aquella aventura,
tú podrías ser mi hijo.
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