Recordando mi juventud.
cuando se aprende a bailar,
había madres cotillas,
que me hacían cabrear.
El baile se celebraba,
en la plaza de los toros,
las madres allí sentadas,
con críticas para todos.
Lejos de mi familia,
allí era un emigrante,
al pedir baile a una chica,
no ponían buen semblante.
Nadie me apoyaba,
al ser de otro lugar,
como si fuera un bicho,
me querían exterminar.
Eran todas unas brujas,
no las podía aguantar,
no dejaban a sus hijas,
que pudieran disfrutar.
Así ninguna picaba,
todas estaban mosca,
siempre decían que no,
no me comía una rosca.
Esas madres protectoras,
nunca hicieron reflexión,
seguro que le gusto el baile,
y también un apretón.
De aquel pueblo marche,
me vine a la capital,
aquí no había cotillas,
aprendí algo a bailar.
Sin esas protectoras,
ni miradas acechando,
algo se aprovechaba,
al menos de vez en cuando.
De aquel pueblo marche,
me vine a la capital,
aquí no había cotillas,
aprendí algo a bailar.
Sin esas protectoras,
ni miradas acechando,
algo se aprovechaba,
al menos de vez en cuando.
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