Una mujer desesperada.
Entra a la iglesia a rezar.
Ha cumplido los treinta
y está sin estrenar.
Reza un año a San Antonio.
Ni un rosco se ha comido.
Decide cambiar de táctica
y se lo pide a Cupido.
Ni puñetero caso le hace.
Ese está en otras labores.
Se dedica a la juventud
no a las personas mayores.
Lo pide a toda figura
que está en el retablo
Ninguno le hace caso.
Decide pedirlo al Diablo.
Nada consigue de él
Ve que se está equivocando.
Ese es un ser maligno
Que no hace caso rezando.
Se acuerda de su padre
Le llama hasta cabrito.
Un día se le presenta
Diciéndole a voz en grito.
¡¡¡Qué coño quieres de mí!!!
Me tienes hasta los cuernos
Yo tengo mucho trabajo
en dirigir los infiernos.
Te entregaría mi alma,
te entregaría mi cuerpo.
Necesito con urgencia
que disfruten de mi cuerpo.
Para qué vas a buscar
a un hombre terrenal.
Si yo puedo darte más calor
del que puedas soportar.
Tuvieron muchas sesiones
En verano y en invierno.
Ella ya no rezaba.
Ella ya no rezaba.
Él olvidó el infierno.
Un día le dijo al diablo.
Yo no soy una zorrona.
Te cité por circunstancias
No soy una facilona.
Ni yo soy el diablo.
De tus invocaciones diarias
Soy el cura de la parroquia.
Que se disfraza de diablo
Al escuchar tus plegarias.
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