visitando el cementerio.
Una viste de colores
la otra toda de negro.
La de negro se arrodilla
y se pone a rezar.
Un rosario en la mano
y no para de llorar.
En cambio, la de colores
no siente ningún complejo
Lleva una minifalda
que casi enseña el conejo.
Una vez se abre de piernas
las lleva bien depiladas.
Y lo dice al muerto
Que mire sus mini bragas.
Otro día quita la prenda
de la parte superior.
Para mostrarle las tetas
y el mini sujetador.
La viuda de negro
está medio alucinada.
De esa extraña conducta.
No entiende nada de nada.
—Como es que en tus visitas
nunca vienes a rezar
Y al estrenar una prenda
se la vienes a mostrar.
Mi marido era viajante
de prendas de lencería.
Dejó dos maletas llenas
puedo estrenar una al día.
Al estar fuera de casa
pocas podía contemplar
Ahora que sé donde está
sé las tengo que mostrar.
—Siempre te veo alegre
cantando y sonriendo.
Ahora sé donde está
y quién se la está comiendo.
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