A veces el dinero no produce esa felicidad tan añorada y sí un gran dilema por tener dinero y no poder gastarlo.
Esto me pasó en mi niñez. La mini historia es esta.
Ayudaba a misa de monaguillo en compañía de otro muchacho más o menos de mi edad.
En la misa pasaban una pequeña cesta entre la parroquia y allí se depositaban los donativos de aquellos que podían o querían dar algo para la iglesia.
Difícil recoger mucho dinero, la gente disponía de muy poco, lo más que daban eran unas perras y alguna peseta.
Uno de los domingos, al recoger la cesta, mi asombro fue ver un billete de papel de cinco pts.
No pude resistir la tentación ante tal cantidad de dinero. Al meter la cesta para la sacristía lo doble y lo guarde en el bolsillo pensando que el cura ni se enteraría de quién lo había donado.
Al terminar la misa se acercó un paisano que emigró a Sevilla hacía años, le dice al cura que el billete de la cesta lo dio él para que le dedique una misa a su abuela y le ponga unas velas.
El cura pide ver la cesta, en ella no hay ningún billete. Él asegura que lo donó, que no sufra que le da otro para dicho fin. La cesta al pasar por tantas manos se puede haber caído o vete a saber qué pasó.
Como los más sospechosos estaban cerca, el cura nos hace vaciar los bolsillos a los dos ayudantes. Yo tiemblo al saber que el billete lo tengo en el bolsillo y se descubrirá al ladronzuelo.
Ante mi asombro y miedo el billete no está en el bolsillo y el cura nos deja marchar para casa.
Al llegar a casa descubro el milagro del billete que desapareció sin saber cómo. El bolsillo lo tenía roto y se había caído para el pantalón bombacho y estaba al final de la pierna.
Lo guardé en una cuadra, detrás de una piedra hasta mejor ocasión en la que pudiera gastarlo.
En el pueblo ya se había corrido la voz, que en misa había desaparecido un billete y estaban buscando al ladrón. Si se descubre sería detenido por la guardia civil y encarcelado.
Yo vigilaba mi tesoro, pero no podía gastarlo. El pueblo con solo un comercio, si un niño se presentaba con cinco pts a comprar algo estaba pillado al momento.
El gran disgusto fue el día que ese billete desapareció sin dejar rastro, sin saber cómo era posible esa desaparición.
Rebuscando por todos lados, encontré un pequeño trozo del billete en el suelo. Al cabo de varios días de mover cielo y tierra descubrí un nido de ratones y mi billete en pequeños trocitos para la cama de sus crías.
Esa es la mini historia de ese niño que, por un periodo muy corto, fue el más rico del pueblo y no pudo gastar el dinero.
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