se mantenía con tocino,
Unas patatas cocidas,
y unas pintas de vino.
Doce hijos. Cuatro abortos,
una cosa exagerada,
Trabajó en el campo,
jamás se puso mala.
Pesa cuarenta kilos,
va por agua a la fuente,
Un caldero en cada mano,
es un caso sorprendente.
A pesar de todo esto,
la abuela va cantando,
Con los calderos bien llenos,
parece que va saltando.
Solo da los buenos días
no se entretiene en hablar,
Dice que el día es corto,
y tiene que trabajar.
Un día le da un mareo,
al siguiente está peor,
No le queda más remedio,
que visitar al doctor.
Va montada en la burra,
no puede ir andando,
Como pesa tan poquito,
esta la lleva trotando.
La examina el doctor,
la encuentra desnutrida,
Le manda dieta severa,
y que cambie de comida.
No le hace ni caso,
sigue comiendo tocino,
Piensa morir alegre,
bebe un poco más de vino.
Llegó a los noventa y cinco,
entonces una enormidad,
Con tocino y un tintorro,
se curó su enfermedad.
Es una historia cierta
no es una invención mía.
Ocurrió en mi familia,
es un recuerdo a mi tía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario