Hace años en los pueblos,
no había oficios finos,
Herrero, cantinero, labrador.
Y capador de gorrinos.
El capador destacaba,
por qué solía asustar,
Era el más respetado,
pues sabía bien capar.
Su mujer estaba hermosa,
hacía maravillas,
Las cotillas decían,
que comía las criadillas.
El herrero estaba fuerte,
hacía maravillas,
Las cotillas decían,
que comía las criadillas.
El herrero estaba fuerte,
hasta muy obsesionado,
Como la ingeniería,
para meterla un bocado.
Pide a la bruja del pueblo,
sobre ella haga un hechizo,
Esta era una vieja cotilla,
rápido fue y se lo hizo.
La mujer del capador,
se presentó muy contenta
Pidió al macizo herrero,
le enseñará la herramienta.
Ante aquella maravilla,
que era de acero forjado,
lo metió tanto en el horno
que lo dejó destemplado.
Al enterarse la bruja,
de cosa tan superior,
Pidió para no chivarse,
que ella necesita amor.
-Ya tienes casi cien años,
estás vieja y arrugada,
Sabes que mi herramienta,
se quedó muy destemplada.
Apáñate como puedas,
piensa en lo peor,
Te quedarás sin pelotas,
sí, me chivo al capador.
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