De pequeño en mi pueblo,
vivía medio atontado,
Culpable el hombre del saco,
me tenía atemorizado.
No había electricidad,
ni tampoco agua corriente,
Es una aldea pequeña,
vivía poquita gente.
Las noches eran largas,
había que tener paciencia
Me mandaron a un recado,
por culpa de una emergencia.
-Coge el candil de petróleo,
ve a casa la Angelina,
Y le pides por favor,
que te preste una aspirina.
Por eso salí esa noche,
con más prudencia que un caco,
Pero con tan mala suerte,
que vi al hombre del saco.
El susto que me lleve,
fue un susto de cojones,
Al no llevar calzoncillos,
me cagué los pantalones.
Cuando le mire a la cara,
conocí al hombre temido,
Y se pasó mi temblor,
era un hombre conocido.
Me pregunto donde iba,
con delicadeza y cariño.
Me fijé en el saquito,
¡Allí no cabía un niño!
El saco estaba muy blando
al poner la mano encima,
Comprobé que en el saco,
llevaba un poco de harina.
Lo llevaba a la Angelina,
para hacer un intercambio,
Yo nunca me enteré,
lo que ella le dio a cambio.
Comprobé que en el saco,
llevaba un poco de harina.
Lo llevaba a la Angelina,
para hacer un intercambio,
Yo nunca me enteré,
lo que ella le dio a cambio.
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