La abuela me recuerda,
las fiestas de antiguamente,
cuando no tenían luz
todo era diferente.
La fiesta era sencilla,
sin ruidos ni altavoces,
todo se hablaba al oído,
así venían los roces.
Con los ruidos de ahora,
se acaba nuestra paciencia
y la abuela me cuenta,
"te contare mí experiencia"
De joven yo fui a bailar,
con esa música infernal,
cuando salí de mi pueblo,
y me fui a la capital.
Me movía muy bien,
bebí y me pase de la raya,
bebí y me pase de la raya,
me roce todas las nalgas,
se rompieron mis bragas.
Se enroscaron en los pies,
quedaron hechas pedazos,
me caí en medio el baile,
me llevé unos costalazos.
Del golpe rompí el sostén,
que me costó tres pesetas,
pase una gran vergüenza,
pues se salieron mis tetas.
Todos los mozos del baile,
me quisieron ayudar,
al verme así desarmada,
se querían aprovechar.
Todo ha cambiado mucho,
lo tomare con paciencia,
de esta música moderna,
guardo una mala experiencia.
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