No le explicaron de niño,
el famoso refranero.
que en esta vida existen,
pájaros de mal agüero.
Para él, será la urraca,
siempre lo tendrá presente
Por ella recibió una paliza,
que le dejó bien caliente.
Entró una en su corral,
se quedó medio asustado.
Si le robaba un pollito,
seguro era castigado.
El padre tenía escopeta,
rápido pensó en usarla.
Antes que robara un pollo,
el tenía que matarla.
No la apoyó en el hombro,
al hacer el retroceso.
le sacudió un gran golpe,
que casi le deja tieso.
Allí se quedó llorando,
triste y desconsolado.
Y a la puñetera urraca,
ni siquiera la ha espantado.
Regresa su padre a casa,
cuando presencia la escena.
le da una somanta palos,
si que la ha liado buena.
Le sacudía por todo,
no tenía compasión.
Travesura que hiciera,
nunca tenía perdón.
Quizás fuera suya la culpa,
de hacer esa trastada.
No se debe tener en casa,
una escopeta cargada.
Era un padre severo,
con ideas atrasadas.
Seguro que en su niñez,
¡el también haría trastadas!
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