Carecía de juguetes,
no tenía ni de china.
Con lo que podía jugar,
era un simple tirachinas.
¿Aves sueltas en la calle?,
una panda de gallinas.
No podía resistir,
el no usar el tirachinas.
Entre todas las gallinas,
una tuvo mala suerte.
Le di en plena cabeza,
eso le causó la muerte.
No era esa mi intención,
yo solo quería asustar.
Pretendía divertirme,
jamás pretendía matar.
¡Qué hacer con la gallina!
¡Como poder esconderla!
Estaría muy rica asada,
así que pensé comerla.
Reuní un montón de leña,
no pensé en aliñarla.
Ya se encargaría el fuego,
de asarla y desplumarla.
Cuando el fuego se apagó,
pensé, ya estará muy buena.
Me comeré la mitad,
la otra para la cena.
Eso no era una gallina,
toda estaba chamuscada.
Su olor era detestable,
no me pude comer nada.
Enterrado su cadáver,
la despedí con pena.
Soñando que en pepitoria,
habría estado muy buena.
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